Historias y Memorias de un Cazaautógrafos

miércoles, 16 de febrero de 2011

-Good Fontain y Los Amaya-


Hay veces en las que vas a por un equipo al aeropuerto y te encuentras con otro tipo de personajes a los que no te esperas pero que tienen tanto recorrido o más como los futbolistas de nuestra colección. El Viernes 10 de Diciembre 2010, fuimos a la T4 a ver al Deportivo de la Coruña y el Villarreal. La jornada se presentaba ajetreada y lo iba a ser más porque resultó que, entre la llegada de una y otra formación (apenas 20 minutos de diferencia), tuvimos una visita inesperada. Como decía, estábamos en ese impás cuando vimos a un cámara y pensamos que sería el típico fotógrafo de algún medio deportivo con ganas de sacar esa instantánea que lleva por pie “varios aficionados se acercaron a recibir al conjunto...”, lo cual es algo que no nos gusta nada. El caso es que enseguida nos dimos cuenta de que no iban por ahí los tiros. Mimetizado con el escenario, el individuo se agazapó discretamente hasta qu de repente, zás, sacó su objetivo y disparó para inmortalizar a ...Andreu Buenafuente. Al cómico no le hizo mucha gracia el asunto y se produjo la escena habitual en la que se inicia una discusión a cuento de la privacidad de las personas, que poco a poco va subiendo de tono. El presentador alegaba que no había vendido en su vida nada por lo que no había razones para despertar ningún tipo de interés, al contrario de lo que podía ser una artista de la categoría de María Jiménez. Mientras tanto, su retratista le contestaba diciendo que sólo quería una imagen para su colección. Fue entonces cuando Buenafuente se dirigió a nosotros como si fuéramos personas cercanas a él (ya se sabe que la presencia de un enemigo común une mucho), y empezó a explayarse en el tema de cómo se había degradado la prensa en nuestro país para, a continuación, exclamar: “Por cierto, buenas noches que no os he dicho nada.” Aquello nos descolocó por completo pero más lo iba a hacer la presencia de un miembro del grupo La Excepción que le indicó a nuestro interlocutor dónde estaba su coche. Si la conversación sobre la comunicación había sido fructífera, la que íbamos a mantener con “El Chacho” superaría todas nuestras expectativas. Le hablamos de nuestra afición por el registro de firmas deportivas y el tipo, una vez asimilada su sorpresa, comenzó a hablarnos de sus primos, todos ellos profesionales de la pelota: los Amaya. Primero le tocó el turno a Iván Amaya, que jugó en el Atlético de Madrid y ahora está en el Murcia. Y luego Antonio, cedido en el Rayo por el Wigan inglés. Las razones de esta cesión nos dejaron a cuadros. El jugador se encontraba muy solo en Inglaterra, con el único apoyo de Diame (exjugador del Rayo), y sufrió una fuerte depresión que llevó al psicólogo del club a recomendar su cesión a España para estar cerca de sus familiares, superar el trance y regresar en condiciones un año después a acometer el reto de conquistar las islas. Y así, entre paparazzis, cómicos y familiares pasamos una tarde ciertamente curiosa.


La foto es de otros tiempos.

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